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¿PERO ESTO ES ARTE?

06 marzo 2010

por Francisca Pérez Carreño
¿Qué diferencia hay entre los objetos que nos encontramos por la calle o en el supermercado y lo que presentan los artistas como object trouvé o ready made? La pregunta está en el aire desde que Duchamp plantó una pala, un urinario o un secador de botellas en el museo. Aunque las cajas de detergente Brillo creadas por Warhol en 1964 terminaron de consagrar la discusión. Ante tal debate creativo, sólo un crítico de arte lo dijo claro: “El arte ha muerto”. Fue el norteamericano Arthur Danto con su ensayo El fin del arte, el más polémico de la segunda mitad del siglo XX.


Arthur Danto (Michigan, 1924) pertenece al grupo de teóricos y críticos del arte que, en las últimas décadas, ha recurrido al lema de Hegel de que “el arte es una cosa del pasado” para explicar la situación en la que se encuentra el arte contemporáneo. Desde mediados del siglo XIX, el arte moderno habría alcanzado una autonomía que lo liberaría de las ataduras del mundo práctico, de las exigencias de la ciencia y de las responsabilidades de la política. Pero, a cambio, habría perdido la espontaneidad y vitalidad de épocas pasadas, y se habría encerrado en un mundo propio lleno de referencias internas a la historia del arte y a los lenguajes y medios artísticos. La historia del arte moderno, desde Manet hasta Pollock, según la narración de otro de los más influyentes críticos de arte del siglo pasado, Clement Greenberg, habría seguido ese argumento y obras como la Olympia de Monet (versionando a Tiziano) o el Cuadrado negro sobre fondo blanco de Malévich, llevando al límite la pintura de caballete, serían hitos en esa historia.

Danto era ya un filósofo profesional y había sido un pintor aficionado cuando decidió escribir filosóficamente sobre arte. En muchas ocasiones ha contado cómo en 1964 fue a la exposición que en la Stable Gallery de Nueva York presentaba las luego famosas Cajas de Brillo de Andy Warhol. Esta obra fue para él una especie de epifanía, la revelación de que el arte había cambiado y de que, por tanto, también debían cambiar nuestras ideas sobre él. En lugar de la originalidad del carácter irrepetible de los cuadros expresionistas abstractos y de su profundidad existencial y metafísica, aquellas cajas eran asombrosamente parecidas a ciertos paquetes de estropajos jabonosos que se vendían en los supermercados. Y, desde luego, no se referían a nada artístico: ni eran claramente esculturas o pinturas y ni siquiera tenían el aspecto de las obras de arte.

Las consecuencias que para la teoría del arte tuvo ese hecho se han ido desvelando poco a poco, en la propia obra de Danto pero también, en la de otros teóricos, críticos e historiadores, con un pensamiento común: ante el arte de los años sesenta pensaron que la Modernidad había concluido.
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Origen: El Cultural