Teresa Bordons, doctora en Estudios Culturales por la Universidad de San Diego, apeló al bagaje teórico o conceptual que diversos artistas, estetas o filósofos han conformado a lo largo de los últimos 40 años para distinguir y aportar sentido a lo que genéricamente se ha llamado arte contemporáneo.
El punto de partida para remontar el escabroso sendero de las definiciones estéticas fue la afirmación de que “el arte contemporáneo no se puede circunscribir a la existencia de un objeto” y para apoyar la idea citó algunos planteamientos que hiciera en 1969 el artista conceptual Lawrence Weiner: “A) El artista puede construir la obra, B) La obra puede ser fabricada y C) La obra no necesita ser construida. Lo que desplaza al objeto obra del centro del arte, al igual que prescinde del requisito de que el artista intervenga directamente en la creación material de la obra”.
En la contraparte de las definiciones que los propios artistas han hecho del arte contemporáneo se ubican los receptores de la obra que constituyen el otro punto de conflicto al ubicarse en los lugares comunes de las diatribas contra el arte contemporáneo sustentadas en comentarios como: eso no es arte o eso lo puede hacer cualquiera, y en el reclamo por la carga teórica que hace poco accesible la obra al espectador.[Leer más]
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