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CONFESIONES DE UN CRITICO DE ARTE

06 septiembre 2009


Por Jonathan Jones [Artículo original en The Guardian]

¿Es todo en vano, este ejercicio llamado crítica de arte?
Un historiador con perspectiva diría que el arte en el mundo occidental, desde el siglo XVIII, ha sido parte de la industria del ocio. El aumento del mercado del arte - desde la pintura al óleo hasta las copias baratas - coincidió con el nacimiento de la clase media moderna. En la década de 1790, la gente iba a los museos y galerías para divertirse, tal como lo hacemos hoy en día. La crítica de arte nació aproximadamente en esta misma época.

Por tanto, cabe afirmar que los críticos existen para dar el efecto de drama y peligro para algo que básicamente es tan agradable e inocente como ir de compras. Desde esta perspectiva, los críticos de arte son como dragones mecánicos. Sus rugidos de desaprobación les dan a los artistas y a su público la ilusión de que el arte es importante, una experiencia, cuando en realidad es sólo un poco de diversión.

Nadie ama a los criticos de arte como lo hacen los artistas, lo se, pero es verdad en el sentido en que los artistas leen critica de arte ávidamente, fascinados por las malas criticas tanto como por las buenas. ¿Por que si no hay tantas revistas de arte? La galerias crecen con ellas. Sobreviven porque la critica es parte de lo que hace arte. Imagina un mudo artístico sin criticos-incluso los criticos de arte que aman odiar. O especialmente estos.

No puedes, porque el arte como lo conocemos se busca para un significado y propósito en el provecho de la cultura comercializada. Desde luego la crítica no tiene sentido, desde un punto de vista. Pero desde ese punto de vista, eso es arte.

[Leido en ART234 ]

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los críticos son tan decadentes que tienen que esperar que alguien haga algo para poder hacer su trabajo. Lamentable y poco digno trabajo.

Anónimo dijo...

En realidad los críticos, son ilusionista a veces, pueden poner un artista en escena, y otras, hacer que nunca aparezca, cuando un dealer o marchán necesita obtener superavit del trabajo de un artista, acude al crítico. Sin duda no es querido, pero resulta muy útil. Incluso para la historia del gusto.