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WHITNEY BIENNIAL O ¿QUE LE PASA AL ARTE (NORTE) AMERICANO?

14 junio 2010

75 ediciones de una bienal que busca presentar lo que sucede en Estados Unidos artísticamente. En un contexto difícil, la bienal utiliza el pasado para ligarse a una tradición, permitiendo cierta crítica a una situación de crisis total.

Si en el albor de la crisis alguien expresó sus deseos de ver revitalizado el arte actual en algo más contundente, arriesgado o radical, andaba ciertamente equivocado. O al menos es lo que se desprende de “2010”, una toma de pulso, que como su título indica quiere encerrar todo nuestro zeitgeist entre las paredes blancas del Whitney y las ideas de 55 artistas, mayoría de mujeres (52%).

Y así podemos verlo. Esta edición tiene de por sí suficientes motivos para sentirse raramente especial. Al contrario que en la última, donde Henriette Huldisch y Shamim M. Momin comisariaron una bienal con el Park Avenue Armory de anexo. Esta vez todo se queda en casa, y los proyectos en general son de escala discreta. Este aniversario incluye además una exposición-sumario de las setenta y cinco bienales anteriores, que es también fruto de Bonami y Carrion-Murayari, este último asistente de comisario del durante los últimos años.

El intento de hacer resonar nuestro tiempo por las tres plantas dedicadas a la bienal, utiliza la bienal en clave histórica para convertirla en esa cápsula que en un futuro ocupará su sitio entre las otras ediciones. Como una de esas cajas donde Warhol acumulaba todo tipo de objetos, lo que aquí se captura es esta instantánea del fin de era, al que la crisis y el final de la década nos han empujado. Si hace 10 años Harald Szeemann, nos proponía en las dos ediciones de la Bienal de Venecia (1999/2001) una dimensión global de la humanidad, Bonami y Carrion-Murayari nos presentan aquí la visión del “Made in the USA” dentro del altamente patético contexto en el que nos encontramos. Evitando todo optimismo, si esta bienal consigue algo, es la de transmitirnos, como todo lo que nos rodea, un elevado grado de malestar.

Insatisfechos, casi como en un coitus interruptus deambulamos por la exposición esperando que en la siguiente sala nos encontremos con la captura perfecta de toda la ansiedad que el ciudadano de a pie sulfura. Pero no. Lo que encontramos es un sutil paseo por la vaguedad de la contemporaneidad: obras, artistas y intenciones se mezclan para ofrecernos un espejo de lo que es o de lo que ha sido America y nuestro tiempo: Desastres de la Guerra, como las fotos del soldado desfigurado de Nina Berman. Consumismo, como el video de Josephine Meckseper donde el Mall of America (el shopping center más grande de Estados Unidos situado en Minnesota) se nos presenta con un filtro rojo dándole esa pátina de violencia contenida que cualquier centro comercial respira desde que nuestros productos se hacen con el sudor de niños explotados. Suburbia como las fotos de las maquetas, réplicas a escala de las casas del condado de Dutchess de James Casebere. Mitología, en la obra de Lorraine O’Grady con los retratos aparejados de Charles Baudelaire y Michael Jackson, que según la artista nacida en 1934, marcan el primer y el último de los personajes modernos. O Fragilidad, como los bastones de David Adamo, que son recortados hasta convertirlos en hilos de madera.[Leer más]
Origen: A-Desk
Web: Whitney Biennial 2010

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