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LO INADECUADO: INDIGNADOS POR EL ARTE

19 junio 2011


por Juan Bonilla
Lo inadecuado se llama nuestra propuesta en la Bienal de Venecia. Es obra de Dora García, gran señora del arte conceptual español, que es, para que nos entendamos, como ser cultivador de opio en el Polo Norte, con resultados, por cierto, muy similares. Como se sabe, el pabellón español en la Bienal veneciana es ocupado tanto por un artista como por un comisario: quiere decirse, que lo que una comisión de expertos elige para que nos represente es un comisario, y el comisario propone a su artista o sus artistas, y eso es lo que montamos allí.

Este año hemos montado una obra titulada 'Lo inadecuado', y la prensa internacional especializada ha dicho que por fin España propone algo importante en el concierto del arte conceptual. Uno entiende por qué el arte -y más el conceptual, en unos tiempos en los que la videocreación de cualquier publicista es mucho más potente que las de los que buscan retrospectivas en los museos- se ha convertido en una especie de ghetto donde los huertos se han secado y las fuentes hace mucho que han dejado de manar: lo explica con rotundidad Félix de Azúa en su recién remozado Diccionario de las Artes. El arte no pasa de ser una provincia más del mercado, y sólo de vez en cuando -si un artista callejero se lo monta en condiciones- puede resolverse en propuestas que escapan del aburrimiento y la moribundez que reinan por todas partes.

Lo inadecuado pues. Dora García se monta en una tarima del pabellón de España a charlar con unos amigos, y mandan callar al público que se atreva a decir una palabra. Es como una representación teatral, aunque no sabe uno qué se representa. Los amigos de Dora García nos han costado 800.000 euros: apartamentito en Venecia durante unos meses para la artista y la comisaria, cenas y demás gastos varios. Que la artista domina el mundo en el que se desenvuelve es evidente: no te pongas a hablar de filosofía o arte con ella, sino de qué circuitos hay que recorrer para que hablen de ti, de tu obra, qué redactores jefe hay que agasajar para que al final se diga lo que se ha dicho, eso de que por fin España bla bla bla. Me dirán: lo del dinero es lo de menos, chaval, hay doscientas partidas más gravosas que esa del Pabellón de España en Venecia, y con resultados menos relucientes en el sentido publicitario del término. Puede que sí, o puede que no, pero ese no es el tema.

El tema es la tomadura de pelo. Una tomadura de pelo diseñada muy desde arriba, donde se ha ido imponiendo, como ajena a ese mismo mundo al que se pretende atacar, distorsionar, reprimir o hacer reflexionar, la nadería y la insignificancia encapsuladas en grandes nombres que viven como divas de la ópera sin llenar ningún teatro. De la misma manera que los poderes fácticos norteamericanos apoyaron la explosión del neoexpresionismo de los cincuenta, hoy parece claro que los poderes fácticos apoyan esta apoteosis de la insustancialidad y, por qué no decirlo, la tontería sin que aparezca una voz en ese desierto que diga lo obvio: ufff, menuda estupidez.
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Origen:diariosur.es

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